18.12.11

Narraciones conjuntas.

Él solía decirme que mis opiniones eran barbaridades de tilde en la primera a. Yo me reía, no se si de diversión, o simplemente por no llorar. Discutíamos. Era su pequeño animal sauvage, o así le gustaba llamarme. Me ponía a prueba, a mi y a mi inteligencia. Decía que su única pretensión era descubrir si debajo del pelo bonito y brillante podía haber una también brillante inteligencia.


Ella era luz, color, pasión, desenfreno, el caballo mas desbocado de la manada. Me fascinaban sus razonamientos brillantemente simples. Quería, hacía. Sus ideas eran un mar revuelto, y su corazón un pozo sin fondo. Su mente bailaba al son de la ultima música que había oído, y nada mas. Me gustaba pensar que yo era su educador, y debía formarla al mundo.


Él gustaba de presentarme problemas aritméticos que yo debía resolver para demostrar hasta donde llegaban mis conocimientos. Cuando él así lo decidía, cambiaba, y me daba uno de sus libros nunca publicados e ilegibles de puro absurdo, para que me culturizase. Yo me aburría mucho. Lo único que me gustaba realmente de todo aquello era oír su voz.


Ella era un caso imposible. No le interesaban mis métodos de enseñanza, y nunca conseguí sacarle una chispa de genialidad a su forma de ver el mundo. Pero aun sabiendo que nunca iba a lograr mi objetivo de volverla un ser mas superior, me seguía fascinando. Y puede que por eso, a pesar de tanto que presumo de ser lógico, pasásemos tanto tiempo juntos.


Él sabia que estaba loca. Ella sabia que no era mas que un pedante.
Y a pesar de todo, ahí estábamos los dos.

2 comentarios:

  1. ¡¡¡¡¡¡!!!!!!
    (No hay palabras... pero sé que si las encontrase irían entre exclamaciones)
    ¿¿Te has planteado realmente lo de escribir en plan serio??
    Te quiero, rubia
    Bel

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  2. jennifer cedeño20/12/11, 23:48

    MARAVILLOSO.... Me encanta, esta muy muy muy bien carmen, te felicito por tener tanto talento en la escritura =D

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